miércoles, 14 de octubre de 2015

AMORES CIBERNÉTICOS: LA TRAMPA DE LA IDEALIZACIÓN

Actualmente se está produciendo un importante cambio en la forma de relacionarse de las personas.
 
Estamos dejando atrás el contacto personal y sustituyéndolo por conversaciones a través del móvil o mensajes en las redes sociales. Tendemos a un mayor contacto social, al poder elegir el momento y no requerir espacios prolongados para quedar y charlar relajadamente, sustituyéndolo por múltiples charlas, lo que a la larga se traduce en una vanalización de las relaciones personales.
 

En este escenario aparecen "los amores cibernéticos", aptos para personas sin tiempo (o tal vez ganas) de invertir en acudir a lugares donde pueden conocer a otras personas, sustityéndolo por una mayor probabilidad de poder conocer a alguien a través de redes o páginas especializadas en contactos.
 
Esta forma de contactar tiene el riesgo de la idealización de la otra persona. Por una parte, tras el contacto inicial se suelen iniciar rápidamente conversaciones de tipo íntimo. La falta de interlocutor real produce en muchas personas un efecto de desinhibición, pudiendo contar más aspectos de tipo personal. En este momento, en la persona que escucha puede producirse una fascinación ante el conocimiento de la otra persona, una especie de voyeurismo virtual.
 
Conocerse a través de la red supone dar la mejor cara de cada uno. Las personas nos levantamos unos días con buena cara y otros días no tanto, sin embargo, todo el mundo busca su "foto perfecta" para colgarla en su perfil (obviamente, nadie tira piedras contra su propio tejado). De esta manera conocemos del otro su mejor faceta, y al poder elegir el momento de la interacción, surge una relación basada en la gratificación.
 
En estas relaciones virtuales no existen las dificultades propias del día a día, se reserva el espacio para poder enviar un mensaje cariñoso, en ese momento de inspiración, que no sucede de la misma forma en la vida cotidiana. Por otra parte, influye un factor de condicionamiento operante: la gratificación no está sujeta a horarios, ni se sabe cuando se va a producir, lo que supone que la persona esté más pendiente de esta gratificación pudiendo resultar adictiva (como ocurre con los juegos de azar).  
 
La idealización surge por la falta de interacción real, y suele ser de tipo simbiótico: ambas personas construyen un mundo virtual en el que sólo existe la gratificación y la comprensión, y se refugian en ese mundo como forma de no enfrentarse a la realidad, o de escapar de ella, como un espacio para poder sentirse acogido y comprendido.
 
Es necesario, en caso de que la persona quede atrapada en una relación de este tipo, que haga un trabajo de tipo introspectivo, intentando discernir entre los sentimientos reales, extrapolando la vida y forma de ser de la otra persona a un contexto real, para poder aclarar si lo que está sucediendo está en un plano real o pertenece al "peligroso mundo de las ideas"
 

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