martes, 6 de octubre de 2015

CONSIDERACIONES RESPECTO A LA CUSTODIA COMPARTIDA

Es un hecho evidente que los roles parentales han cambiado en las últimas décadas, dejando en muchos casos sin sentido la opción, que antes era mayoritaria, de conceder la custodia de los niños a la madre.

Con la incorporación de la mujer al mercado laboral, la familia, su dínámica y funcionamiento ha ido cambiando. Ahora es frecuente encontrar hombres que son los encargados de la cocina y de los niños, mientras que la mujer se desarrolla profesionalmente. Esto es evidentemente, un paso gigante hacia la igualdad de sexos.

En este momento nos encontramos con un pequeño matiz: es cierto que los niños pequeños (menores de 3 años) suelen estar más apegados a la figura materna. No hace falta añadir que no es así en el 100% de los casos, pero nuestra preparación biológica hace más proclive que los primeros vínculos afectivos, que comienzan con la lactancia perduren durante la primera infancia.

Y tengo que repetir: esto no siempre es así: hay niños criados a biberón (doy fe de ello) por el simple hecho de que la madre no quería levantarse por la noche a alimentarlos. Pues claro, de todo tiene que haber.

Llegado a este punto, en el que nos encontramos con una nueva generación de padres sobradamente preparados para alimentar, bañar, lidiar con la profe del niño y ser el maestro de intendencia en eso de las actividades extraescolares, no podemos así, sin más pensar en una custodia para la madre simplemente por ser madre, ni para el padre por ser el que hace estas cosas mientras mamá trabaja. 

Seamos honestos: queríamos igualdad, pues ahora la tenemos. Y es perfecto, desde el punto de vista del derecho de los padres a disfrutar de sus hijos, y ahondando más, en acabar con el "negocio" que en algunos casos ha supuesto el divorcio y la custodia, con las consiguientes amenazas: "o pagas o no les ves". Se ha dado mucho abuso, y se ha dado también mucha negligencia judicial en el pago de pensiones, de todo ha habido.

Ahora bien, enfrentándonos a una hipotética custodia compartida como opción primera a barajar desde la Justicia, y siempre en beneficio del menor, surge un nuevo problema que aún no ha hecho más que aparecer, asomando tímidamente en la evaluación de las actitudes parentales y criterios de crianza cuando padres o madres quieren solicitar la custodia: los progenitores pueden llegar a comprender que es la solución más justa para ambos, e incluso llegar a acuerdos económicos basados en porcentajes de sueldo o vaya Vd. a saber qué, pero.... y aquí aparece el gran problema: la divergencia en los criterios educativos.

En una custodia compartida, los niños deberían seguir unas pautas más o menos comunes y unas rutinas estables, que les producen tranquilidad y confianza. Sin embargo, cuando ambos padres ejercen de manera conjunta la custodia suelen entenderlo como una propiedad a tiempo parcial de los niños, en los que cada uno de los progenitores establece sus propios criterios de crianza, echando por tierra todo lo que se ha venido haciendo quince días antes, y luego pasa lo mismo durante otros quince días, y... vuelta a empezar.

En beneficio de los menores, sería muy interesante establecer algún tipo de terapia familiar (aunque ellos estén dispuestos a sacarse los ojos, que eso no viene aquí al caso), en el que se establezcan pautas comunes y consensuadas de actuación. Nada peor que el niño que sabe, ya desde bien pequeño a quien puede manipular y a quien no, o simplemente cómo manipular a cada uno de sus progenitores.

En la inmensa mayoría de los casos de custodia compartida sería necesario establecer este tipo de mediación o terapia familiar para garantizar el desarrollo armónico del niño en un clima de confianza, en donde los padres, siempre respetando su propia personalidad, pongan en común todo el esfuerzo para educar a un niño dentro de la seguridad, de la tranquilidad, ajeno a las divergencias o incluso incongruencias en su educación. Es la única manera de salvaguardar a los niños, y es una manera de educar a los padres en esa nueva dimensión de progenitores que buscan el bien común de sus niños, objetivo máximo del otorgamiento de una custodia

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